No pensé que el golf fuera a tener historias dignas de contarse, no parece un deporte que pueda emocionar y tenerte pegado a la televisión un buen rato, deseando que alguien gane. Casi casi como cuando tienes a tu equipo favorito en los últimos dos minutos de la final ganando 1-0.
Tom Watson es la historia de la semana, pero pudo ser la historia del año o incluso de muchos años. Un señor de 59 años llegando al tee del 72 con la única necesidad de hacer par en un hoyo sencillo. Un tiro de salida perfecto y después el nervio.
Por su cabeza seguro pasaron los 8 majors que haganado incluídos 5 British, como el que estaba jugando. Seguro se acordó del mano a mano que tuvo con Nicklaus, ese que lo puso en el salón de la fama.
Pero como si fuera un novato de 22 años, le tembló la mano y el approach lo tiró demás. Aún así tenía un putt de 2 metros para hacerme saltar del sillón como si México ganara en el mundial. Pero no. Se apresuró y la bola no pasó ni siquiera cerca del hoyo.
Me dio mucha pena verlo en el desempate, desanimado, triste, supongo que lloró aunque la cámara no lo mostró. El descenlace no fue tan distinto que uno típico del Tri.
Pero gracias Mr. Watson, por 4 días me hizo recordar por qué me encanta mi trabajo.
